Bacalao a la crema (Baccalà Mantecato) como en Venecia
La pasta es uno de los platos favoritos de mi marido. Recuerdo que al poco tiempo de tener el Thermomix®, siempre que lo preparaba, hacía las salsas con el robot pero no me atrevía a cocinar pasta. Imaginaba que se enredaría en las cuchillas y sería un auténtico desastre.
Como muchos de vosotros ya sabéis, mi madre es presentadora y es la que, además de hacerme este maravilloso regalo, me ha hecho querer descubrir todo lo que podía hacer con este fantástico aparato. Así que fue ella la que me dijo lo cómodo que resultaba cocinar la pasta en el Thermomix®. Cuando vio la cara que puse, se dio cuenta de que nunca la había cocinado y me dijo “mañana tienes que probarla…”
Y “dicho y hecho”. Al día siguiente me puse a cocinar mi pasta sin estar convencida de que saldría bien. Cuando abrí el vaso y vi mis espaguetis perfectos, totalmente al dente, sin pasarse me sentí la mujer más feliz del mundo. Ahora si los espaguetis iban a salir a la boloñesa de mi chico perfecto.
Unas cuantas patatas y algo de carne y una deliciosa cena está lista
Víctor Bonet: “Cuando te gusta cocinar, los platos saben a casa”[Barcelona, 1984. Chef de S-Marí. Desde 2017 crea una fusión de las recetas tradicionales de la gastronomía catalana con sabores y gustos de todo el mundo, utilizando productos locales. Las verduras, frutas y ensaladas las cultivan sus jefes a menos de un kilómetro del restaurante].
Ella siempre tenía algún trabajo para mí. Incluso cuando era muy pequeño, me ponía a amasar la masa. Mi abuelo, que era muy bueno con los pasteles y los pudines, preparaba los canapés de Navidad. Yo le ayudaba y ahora hago los mismos aperitivos para la cena de Nochevieja.
Todos los fines de semana, como mi madre tenía que trabajar, me llevaba a casa de los abuelos, y yo iba a comprar comida con ellos. Mi abuela me enseñó a elegir. ¿Sabes esas montañas de melocotones, por ejemplo? Mi abuela elegía dos o tres y me explicaba por qué eran los que había que comprar.
Fui padre muy joven, tenía veintiún años. Así que empecé por necesidad. La abuela de mi ex mujer conocía a una chica que era gerente de un restaurante. Y así conseguí un trabajo allí. Sin embargo, antes de eso, cuando tenía dieciséis años, mis padres se separaron y me fui a vivir con mi hermano mayor. No había terminado mis estudios cuando empecé a trabajar lavando platos en un restaurante argentino conocido como Los Asadores. Allí cobraba 90.000 pesetas por doce horas de trabajo, y me di cuenta de que el pinche de cocina cobraba 160.000 por un trabajo que yo podía hacer perfectamente. A los seis meses me hicieron ayudante de cocina. A los tres o cuatro meses, ya había aprendido lo que había que hacer y empezaba a poner los ojos en la dirección del jefe de parrilla.
De Tropen – Día de la inauguración de Vélez Málaga
Guacamole de LauraLaura está en piloto automático cuando se trata de la noche de tacos. Varía los rellenos pero una cosa es constante: el guacamole casero. Tener aguacates a mano lo convierte en un alimento básico en cualquier momento. Mientras hacía una tanda siguiendo las instrucciones de Laura, me acordé del MEJOR guacamole (¡19 dólares! Y vale cada centavo) que he probado. También estaba acabado con aceite de oliva y tenía una consistencia de ensueño, aterciopelada, con trozos perfectamente maduros que se derretían en la boca. Para un aguacate maduro y medio, necesitarás la mitad de una cebolla roja pequeña, finamente picada, el zumo de una lima, más si la lima no está muy jugosa o si te gusta más la lima, aproximadamente media cucharadita de sal marina gruesa y un chorrito de buen aceite de oliva. Tritura el aguacate entero con el resto de ingredientes en un bol mediano. Añade el medio aguacate restante y córtalo dejando trozos blandos. Poner en un cuenco para servir y rociar con otro chorrito de aceite de oliva. Sirve con tus tacos o patatas fritas favoritas, o directamente con una cuchara.
Berenjenas guisadas
Para esta receta sólo necesitas queso crema, huevos y chocolate blanco. ¿A que no te lo crees? Pues te recomiendo que sigas leyendo porque no te vas a creer que con tan poco puedas llegar a un resultado tan sorprendente.
4.- Vamos con el merengue. Con una batidora de varillas o un tenedor tienes que batir las claras de huevo hasta que se conviertan en merengue. Verás que está listo cuando le des la vuelta al bol y no se baje.
6.- Lo colocas en una bandeja de horno con un dedo de agua caliente. Cocinas 15 minutos a 170º C, luego bajas la temperatura a 160º C y lo dejas 15 minutos más. Apagas el horno y dejas reposar el pastel durante 1/4 de hora en el horno.
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